
Esta foto no es mía, ni sé quién la sacó. Pero yo saqué la otra parte, la que no está en la foto y se ilumina en estas líneas: fue una tarde de soledad y tormenta, en el campo puntano. El día había ido arreando nubes y la tarde las había congregado, como para decirles algo importante. Yo acababa de prender el motor generador, para comer algo antes de irme a dormir. Empezó a tronar fuerte, los vidrios temblaban y el campo entero se iluminaba con cada relámpago. Los foquitos latían las descargas y las gotas empezaban a caer pesadas y espaciadas en el techo de chapa. El viento se desató y comprendí que los cables que llevaban electricidad se estaban tocando. Descolgué una campera del perchero y salí corriendo para el lado del galpón, a apagar el motor. A unos cien metros la tierra se estremeció y todo fue blanco. Fue todo en un mismo instante: detuve mi carrera y vi como un rayo bajaba directo hacia mi frente. Instintivamente cubrí con el antebrazo mi cabeza y apreté los dientes. Cuando abrí los ojos un aturdimiento me anunció que estaba vivo. Miré hacia mi derecha y a menos de 50 metros el campo estaba prendido fuego. Medio boleado apagué el motor, busqué una pala y me di cuenta que tenía una buena historia para contar.
JPB
4 comentarios:
tremendo su blog. me gusto mucho. un saludo desde Santo Domingo.
buena la historia del rayo, yo tuve un acontecimiento similar cuando era muy chico, casi ni recuerdo, pero se que un rayo rompió una vidriera enfrente mio.
Saludo y muy lindo blog
Juan Pablo, gracias a Dios o a quién sabe, te salvaste. Yo te podría relatar tres situaciones en las que me salvé de morir; y en todas noté que hay algo o alguien que mete su mano para que no te suceda nada, te lo puedo asegurar.
Saludos.
naná
Hola, que lindo recibir tantos comentarios. Creo que me acabo de dar cuenta.
Los espero cuando quieran con los brazos del blog abiertos.
Saludos,
Juan Pablo
Publicar un comentario