
Fue hace tres semanas, él mismo me contó el secreto: una noche helada, harto de la puntería de los malos delanteros, cansado de tan gambeteadora juventud, decidió tomar el arco por las astas.
Encorvado, apretando el serrucho y los dientes, tronchó la madera pintada con cal. Sólo Shakira, su perra, fue testigo. Primero hirió un poste, el otro y el peso del travesaño hizo el resto. Agitado cruzó toda la cancha, largando vapor por todo el cuerpo. Con su ametralladora de dientes fue por el otro.
Al día siguiente todos vieron los cadáveres. Confío en que nadie de ellos leerá este blog.
2 comentarios:
jajaj yo se quien es... lo digo, no lo digo... mmm lo pienso y vulevo, quizas lo digo!
No, por favor. Te ruego que no lo digas. Todo el barrio conoce a Shakira, es muy callejera. La huella de esa perra conduce a su dueño, quien me legó este secreto.
pd: vos jugabas en esa canchita?
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