
Con su espalda sostenían el sol. Y creo que la lluvia. Es que el poeta había escrito los nombres en las vigas de madera de Isla Negra; allí fueron a parar Joaquín, Federico, Ratón, Alberto, Paul, Miguel, Nazim. En la noche de su vida, el chileno ya había anotado con tristeza blanca a los que se habían ido a morir antes que él. Miran de arriba los durmientes de la casa.
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