viernes, 10 de abril de 2009

Caminos que cruzan, historias que pasan

Si vas por el asfalto verás cómo te salen al cruce. Generalmente son de tierra, o simplemente una huella reseca con un zanjón profundo y enmarañado a su costado. Antes de doblar, un cartel baleado indica la distancia. Duggan no está en el camino, pero sale al cruce como un abrazo. Podría llamarse La Elvira, La Maroma, Hilario Lagos y estar sobre cualquier ruta. Probablemente haya un boliche alto, custodiando un palmeral, un tanque y una estación derruida. Son parajes que cuentan historia en silencio. Hay que doblar.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Te olvidaste del perro. Ese que siempre está echado a la sombra, o en el medio del camino. Ese de mirada huérfana. Ese que levanta la cabeza y cuando te ve, rebota su cola contra el polvo. Cuando puedas, bajate un minuto y conversale. Sé amable. Y prestá atención. Seguramente vas a ver en sus ojos, el reflejo del alma vieja de algún paisano.

Juan dijo...

Es cierto, me olvidé del perro. Pero tu descripción de la escena fue magistral, superadora, por lo que ahora pienso que el olvido fue un acierto. Ahh, y hay otro tipo de perro pueblero: “el toreador”, ese ovejerito chorreado que va mojando la cubierta con su ladrido y su aliento. Ese que no se ve pero se escucha. Ese que por algún extraño milagro después de cien metros emerge de una nube de polvo.

Unknown dijo...

Y bajando el nivel poético, no nos olvidemos de otro perrito pueblero: el "meador". Ese que deja su marca en cada cubierta, sin discriminar Rastrojero de 4x4. Me pongo a pensar y se me ocurre: qué manera tan simple de agrandar el territorio, basta que ese bicho grande y sus cuatro cubiertas se ponga a rodar. Qué diría Darwin en cuanto a la adaptación de las especies :)