domingo, 5 de abril de 2009

Encontrarse

Habría que aprender. Aprender a no tener cuidado, a encontrarse con el otro. A ver que no es una amenaza y hasta conocerlo. Habría que enseñar a nuestros hijos a abrir la puerta a todos los desconocidos. Abrirla en la calle y en el corazón, todos esos lugares donde seguro hay una puerta. Y después de abrirla, caminar la distancia de lo desconocido; pasar saludando, cebando mate y aplastando prejuicios. Habría que aprender… y después enseñarlo.

6 comentarios:

Unknown dijo...

A mi me gustan las puertas viejas. Como la que había en la casa de mi abuela. Esa puerta era enorme (claro, yo era chiquita) y muy pesada. Del lado de afuera tenía una "manito" de bronce (el llamador), una chapa alargada que decía "cartas" y una bocha, grande, que servía para cerrarla. Pero lo que más me fascinaba de esa puerta estaba del lado de adentro. Tenía una mirilla, pero no como las de ahora en las que apenas cabe el ojo. Esta era una puertita, (para mí, la puertita de la puerta). A mi me fascinaba esa rutina de escuchar el timbre, inmediatamente ladraba Pampa (era la perra de mi abuela y mi compañera de juegos :) y se escuchaban sus tacos sobre el piso calcáreo. De repente un silencio y la puertita miniatura que se abría. Ella preguntaba "¿quien es?". Si del otro lado contestaba una voz amiga o se veían unos ojos francos, la puerta se abría. Nuestro mundo se abría. ¿Cómo se le enseña a los hijos a ser lo suficientemente cuidadosos? ¿A protegerse pero no cerrarse? Tal vez la "puertita de la puerta" es la respuesta. Si uno pudiera detenerse, por un instante, en la mirada, en la voz, el corazón queda al descubierto y un desconocido deja de serlo.

Juan dijo...

Puertas; ¡que cosa más linda! Yo haría un libro sólo de fotos de puertas.

Pampa, yo aún no tengo hijos, pero seguro que algún día los tendré. Me gustaría ser capaz de transmitirles que la confianza genera confianza, y la desconfianza, por supuesto, cultiva desconfianza.

Unknown dijo...

Siempre que pienso en el encuentro pienso en el misterio... Son dos ideas que las veo juntas... Busco aceptar el misterio del otro y del mío y de ahí encontrarme...

¡Qué linda idea la de aplastar prejuicios!

Prejuicios y miedos son las otras que van de la mano...

Coincido plenamente... Y... ¿Si vivieramos para el encuentro?

Un abrazo hermano
Colo

Juan dijo...

Colo,
Me alegra muchísimo ver tu mensaje, te aseguro. No sabía que de vez en cuando te dabas una vuelta por la esquina de este barrio de notas. Para mí es un regalo.
Yendo a tu comentario, creo que el mar del tiempo nos trae encuentros en cada una de sus olas, en cada uno de sus días. Sucede que a veces no estamos ni mirando el mar y así como vienen se van, sin siquiera ser mirados.
Y hablando del encuentro: que se repita!
Con un abrazo,
Jp

Unknown dijo...

Juanpa, trato de usar la PC para lo bueno y en el Google Reader tengo algunos blogs marcados paraque me avisen sus actualizaciones. Eso me ayuda a seguir lo que creo valioso... Creo que compartimos miradas muchas veces por lo que leer tus reflexiones me enriquece, gracias a vos por compartirlas.

Espero haya algún momento para el encuentro.

Un abrazo,
Colo

Juan dijo...

Colo,

Me contó Anita que te casas.
Te felicito, viejo!

Sin duda habrá momento para el encuentro y ojalá corra un mate!

Con un abrazo,

Jp