La tierra marcó la hora en la meseta del noroeste de la Patagonia desde donde parten con su familia tras el Ande gigante. Una camioneta, tal vez un viejo camión, custodia el inicio de la procesión. Unas par de mulas cargueras o algún caballo manso soporta los bártulos: ollas, colchones… una radio con pilas para escuchar a las cantoras.
Un nuevo y anitiguo éxodo: el polvo y los gritos se levanta detrás de la majada. Arreando sus animales hacia la alta veranada y los mallines. Buscando la aguada alta, manchando de nieve su mirada y engordándola en la majada. Su camino está lleno de volveres; los que los llevan lejos ahora los acercaran en abril.

1 comentario:
Thank U, Steve!
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