Quiero palabras nuevas, llenas de carpintería. Quiero empoderarme de todas ellas.
Quiero palabras de madera, duras y altas como los árboles que crecen en ellas. Quiero nombres sonadores y sombreadores. Palabras del monte que suenen a mistol, algarrobo, quebracho colorado y blanco, palo santo, chañar, yuchán, duraznillo, palo cruz, guayacán, piquillín y lapacho.
Quiero que cada uno guarde sus canciones. Y si de querer se trata, quiero saber quién los nombró así. En qué estaba pensando para ubicar con tanta precisión el nombre con su objeto, su sombra pesada, con sus hojas, con su cáscara y su color.
Y finalmente quiero saber dónde estaban guardadas esas palabras esperando a su objeto ¿Qué cálculo tuvo que hacer el nombrador para llegar a ese exacto resultado?
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