
En la misa de la tarde, mientras predicaba el sermón a los fieles de Paranaguá, su mente flotaba sobre una idea, sobre miles de ideas de colores; quería llegar al cielo, quería que fuera una fiesta. Y no se le ocurrió mejor idea que atarse a un millar de globos y salir volando. Así se fue alejando hasta que se hizo un punto en el cielo. Seguro que se reía mientras los pájaros chocaban entre si por mirarlo pasar.
A las locuras siempre hay que ponerle un pretexto para que los cuerdos las consientan. Pero en este caso la excusa fue muy ingenua; batir un record. Sólo los locos dijeron que le creían. Las hipótesis reales son muchas; tal vez se cansó de la liturgia o tal vez quería morir como un poeta. Algunos dicen que quería darle un abrazo al Dios que no vio en la tierra, o encontrarse con El Principito en un planeta lejano.
Tras dos meses de búsqueda desde la cabina de un avión vieron que su alma flotaba en el cielo, y su cuerpo en el mar.
2 comentarios:
simplemente, genial.
Hola, soy Mariní
y me recordaste que yo tb posteè el evento ya que me impresionó muchìsimo...
aùn cuando no pienso que sea ingenuidad... lo que si me llegó es
tu texto
me gustó realmente mucho...
poesía ... cálida.
Gracias por ello!
Saludos.
MARINÍ
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