martes, 12 de junio de 2012

Un Elefante Blanco de la prosperidad



Fui al cine después de mucho tiempo. Me gustó. Una fotografía impecable, maravillosa. Representa escenas de la vida en un par de villas porteñas.
La película absorbe varios registros de esa realidad; en un momento de la noche unos muchachos caminan por los pasillos angostos y de una de las casillas de chapa escapan los flashes de las televisión encendida; el grito del conductor Marcelo Tinelli que les da la “bienvenidaaaaa”.

Me quedo con eso por un instante: viven en la pobreza pero ven en la televisión la imagen de la prosperidad. De una supuesta prosperidad. Y pienso que esto puede generar violencia a varios de ellos, que están afuera. En esa imagen repetida ven a la gente con todos los dientes, blancos y parejos, ven los cuerpos perfectos. Ven los autos nuevos, brillantes. Ven el éxito y el lujo presentado de una manera sensiblera y simplista. En otras palabras, reciben una polarización comunicada de manera amigable.

 Son estereotipos de un supuesto éxito presentado como indiscutible e inalcanzable. Pero que hay que intentar tocar de alguna manera. Con esfuerzo porque, dicen, somos todos iguales. Pero nos muestran que no lo somos ni nunca lo seremos. Pero si ellos tienen poquísimos recursos y los pies en el barro, ¿por qué ven programas como Tinelli? La respuesta básica quizá sea: porque les gusta. ¿Y por qué les gusta? Tal vez porque están acostumbrados al contraste. No se puede pretender que ellos libren una batalla cultural. Esto último es obvio para mí, pero no lo es para Marx ni para mi hermano Tomás.
 
Tal vez saben que son receptores, jamás generadores de contenidos, sólo quizá de alguno alternativo. En ese ámbito también están marginados. Y están acostumbrados a eso; a ver el éxito pasar por delante; el original y el falseado. Digo que ven las cosas pasar y me quedo corto: son ametrallados con un mensaje que les entra en la carne y después sangra.


Eso sí: esa pobreza de ideas genera mucha riqueza entre quienes lucran con ella. Si, subestimar amigablemente genera riquezas dominantes. Y sobre todo crea un limbo de muchas necesidades que hay que alcanzar, que genera otras muchas riquezas.

Tal vez en la villa están resignados ante esa prosperidad. Y tal vez porque estoy más cómodo que ellos me niego a la resignación ante esa prosperidad berreta, de lentejuelas. Me niego.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

100% de acuerdo con esto. MPR

Juan dijo...

Peralta querido,

Esto nació viendo esa película. La viste?

Y se enriqueció con las opiniones de tres de mis hermanos. Pues yo les conté con algo de vergüenza que me sentía un analfabeto de la cuestión social villera.

Tomas me dejó en claro la distancia entre el estereotipo de la prosperidad que nos venden y el que necesitamos realmente como sociedad. Luego me aportó su visión sobre la batalla cultural: para él ellos sí pueden librar esa guerra. Es más, entiendo que el gordo cree que son los únicos que pueden. Y me dijo que no podemos resignarnos a la desesperanza. Me lo expresó de un modo que yo salí pensando lo mismo. Es un ídolo.

Ele me dijo que pensaba que en las villas porteñas no es comida lo que falta. Yo creía que sí. Ja, que ignorante de Bella Vista. Dijo que tal vez no había calidad alimentaria en la dieta, pero que el problema es la marginación, el no pertenecer a una sociedad. Y por otro lado un tema que luego me comentó Luisma: la falsa ilusión de que esforzándose uno puede llegar a triunfar, de que somos todos iguales.

Luisma me tiró una mirada más macro, más política, más cruda y pesimista. Me dijo que no es sólo violencia lo que genera este tipo de estereotipos. Y fue explicativamente hondo con eso; en un momento me expresó que allí los deberes de los ciudadanos son prácticamente inexistentes –supongo que en ese estereotipo que se propaga- y que el sentido del esfuerzo y del sacrificio es boicoteado. Así se construye un sujeto débil para él. Y gracias esto la sociedad se empobrece dramáticamente cada día en varios aspectos. Luego me dijo lo del doble mensaje que tocó Ele. Y el tema lo llevó al capitalismo argentino que en nuestro país, dice, no tiene frenos.

En fin, largo y tendido.

Abrazo bro

Jp

Anónimo dijo...

Q bueno Juan...
Q suerte que entré a ver los comentarios, sino me perdía la mitad del jugo! Gracias!
Calu

Juan dijo...

Claret, prima, cómo estás?

Contame cómo va tu vida Sanmartineana?

Por favor!!!