viernes, 26 de octubre de 2012

Arrastra este río

 

Arrastra  ocho hermanos,

A todas sus soledades juntas o dispersas

Vienen las alturas anudadas por un salar

Tamarindos, chañarosos y caldenes.

 

Flota una cáscara de sandía en la mirada,

 flecha el aire la sombra de un pato sediento,

Bajan barrosos olores del Atuel,

atraviesa el agua flecos de un alambrado resignado.

 

El monte bajo se asoma a ver su paso,

Lechuzos anidando en la siesta calcinante.

 

Llega una vaca huesuda tras el aire humedecido,

su instinto le ha mentido, el cogote aún bajo

su hocico resoplando ruegan al agua desabrida

Quedarán secos la ubre y su ternero

Vuelven quemantes sus patas por la arena.

 

Sigue la víbora barrosa buscando el cielo,

llega un viento que  en la última hora

flamea su alivio cortadero en un penacho

A la orilla de la noche llegan loros,

a encontrarse  con la tarde barranquera

mezclando rastros de chanchos y colmillos.

Arriba refleja otra vía láctea estrellada de sal,

y tirita una luz de un puesto solitario.

Alunado el puma sale a caminar,

mientras el puestero varea su sueño por el monte.

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