jueves, 24 de enero de 2013

Reconfortante

Estuve de vacaciones. Me quedé pintando el galpón, que es el nombre que le dimos a ese engendro que mezcla taller, biblioteca y jardín de invierno. Lija, espátula, pincel, trapos, diarios, libros. Todo mezclado en el piso. A toda hora, mientras hacíamos estragos con Cefe -mi hijo de dos años- dejábamos la radio prendida cosa de lograr un ambiente de taller. Así fue que, tras varios días, llegaron a nuestros oídos programas radiales que de otra manera jamás hubiésemos escuchado.


Cada tarde, después del mediodía llegaba un programa con una matriz idéntica. Era el programa de Fernando Bravo. A la semana de haber escuchado cada día esa emisión pude dibujar en mi mente un mapa de su estilo. Y lo bauticé Periodismo Reconfortante. Lo describo brevemente: es el periodismo que no arriesga ni un paso, el que va por un camino liso y bien señalizado. Apuesta a lo que seguro quieren escuchar sus oyentes, aunque en varias curvas se encuentre con la realidad de frente. Eso no importa. Es híper previsible, obvio, con estereotipos alevosos y digeridos. No amasa su propio pan sino que lo saca –casi duro- de la bolsa que vino a la mañana con el diario. No digo los diarios, digo el diario. Mucho menos ofrece detalles ni busca acercarse el fondo de una cuestión. El oyente entonces queda ¿solapadamente? desdeñado.

Los análisis de los hechos relatados son ¿intencionalmente? cortos, tal vez para no tener que hacer pensar más de lo que seguramente ya había imaginado el oyente con su propio preconcepto. O su escasa y natural información. El emisor jamás interpela al oyente sino que distribuye caramelos de razones de acá para allá, cosa de quedar bien con todos los que se sienten invitados a ese festejo. Son los oyentes amigos. Que se sienten reconfortados, que son convidados a sentirse ajenos a cualquier problemática. Nosotros somos los buenos, los correctos, disfrutemos el verano mientras el resto intenta pudrirnos esta existencia placentera y merecida. Vamos a los anuncios.

Finalmente, la actitud periodística termina siendo servil a la dinámica cultural de los últimos tiempos: el mundo no puede ser otro, señores, mucho menos este país de mierda. Usted que me escucha no tiene nada que ver pero le cuento –alguito- de lo que pasa –a algunitos- y les señalo a los culpables; siempre los otros.

2 comentarios:

sfdolores dijo...

hola muy buen comentario señor, gracias por pensar asi
esto ayuda a reveer sino lo hicimos antes que clase de escuchas queremos
saludos Susana

Juan dijo...

Gracias, Susana, por tu aporte. Saludos,