lunes, 25 de marzo de 2013

El hombre velero

Para la mayoría de las cosas hay explicación.  Algunas de ellas las encontramos a mano, otras un poco más lejos.
Ustedes saben que Alfonso Quijano enloqueció después de leer tantos libros de caballería. Luego, convertido por su propia imaginación en Quijote, salió ávido de justicia a cazar gigantes vestidos de molinos. Imaginen que ese hombre, además de leer tantísimos libros de caballería se hubiese  especializado en hermenéutica; en Heidegger, en Santo Tomás y en Platón. Como si esto fuera poco imaginen  además  que ese hombre “tocado” por la lectura se hubiese ido a vivir al arenal puntano durante quince años, donde nunca dejó de leer, donde nunca dejó de buscar agua, donde nunca dejó de esperar el viento en el molino.
 ¿Piensan ustedes  que regresando de su viaje de arena y libros ese hombre podría haber hecho otra cosa que conseguirse un velero? 
Ya lo saben, estoy hablando de mi viejo.

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